sábado, 2 de junio de 2012

QUIMERA

En la mitología griega, Quimera (en griego antiguo Χίμαιρα Khimaira; latín Chimæra) era un monstruo horrendo, hija de Tifón y de Equidna, que vagaba por las regiones de Asia Menor aterrorizando a las poblaciones y engullendo rebaños y animales. Fue madre con Ortro de la Esfinge y el León de Nemea.
«Quimera» procede del griego Χίμαιρα Khimaira, que significa ‘macho cabrío’. Puede que tras el mito esté una batalla real contra un líder guerrero o un bandido cuyo nombre, título o símbolo tuviera que ver con el macho cabrío.
Las descripciones varían desde las que decían que tenía el cuerpo de una cabra, los cuartos traseros de una serpiente o un dragón y la cabeza de un león, hasta las que afirmaban que tenía tres cabezas: una de león, otra de macho cabrío, que le salía del lomo, y la última de dragón, que nacía en la cola. Todas las descripciones coinciden sin embargo en que vomitaba fuego por una o más de sus cabezas y por su trasero. Era sumamente rápida.
Quimera fue derrotada finalmente por Belerofonte con la ayuda de Pegaso, el caballo alado, a las órdenes del rey Iobates de Licia. Hay varias descripciones de su muerte: algunas dicen simplemente que Belerofonte la atravesó con su lanza, mientras que otras sostienen que la mató cubriendo la punta de la lanza con plomo que se fundió al ser expuesto a la ardiente respiración de Quimera.
 

ESCILA

Este engendro tenía medio cuerpo de mujer que se sostenía sobre seis medios perros, con una cabeza y dos patas cada uno. 
Hay varias tradiciones. En una Escila es una bella muchacha que se enamora de Glauco y que provoca que éste desprecie a la maga Circe, por lo que es convertida en ese monstruo. En otra el enamorado es Poseidón y su esposa, celosa, le pide a Circe que la metamorfosee. En otra Glauco y Poseidón la pretenden y como Escila escoge a Glauco, Poseidón la castiga de esta forma. 
Vivía en una cueva en el estrecho de Mesina, donde devoraba a aquel que se le acercara, como ocurrió con seis compañeros de Odiseo. 
Heracles la mata. 

AVE FENIX


El mito del ave Fénix, alimentó varias doctrinas y concepciones religiosas de supervivencia en el Más allá, pues el Fénix muere para renacer con toda su gloria. Fue citado por los sacerdotes egipcios de Heliópolis, el griego Heródoto, los escritores latinos Plinio el Viejo, Luciano, Ovidio, Séneca y Claudio Claudiano, o los cristianos Pablo de Tarso, el Papa Clemente de Roma, Epifanio o San Ambrosio. En el Antiguo Egipto se le denominaba Bennu y fue asociado a las crecidas del Nilo, a la resurrección, y al Sol. El Fénix ha sido un símbolo del renacimiento físico y espiritual, del poder del fuego, de la purificación, y la inmortalidad. Según el mito, poseía varios dones, como la virtud de que sus lágrimas fueran curativas.
Para Heródoto, Plinio el Viejo y Epifanio de Salamina, esta sagrada ave viajaba a Egipto cada quinientos años, y aparecía en la ciudad de Heliópolis, llevando sobre sus hombros el cadáver de su padre, a donde este iba a morir, para depositarlo en la puerta del templo del Sol.Para San Ambrosio, el ave Fénix muere consumida por el Sol, convertida en cenizas de las que renace, después de arder su cuerpo, como un pequeño animal sin miembros, un gusano muy blanco que crece y se aloja dentro de un huevo redondo, como si fuera una oruga que se vuelve mariposa, hasta que dejando de ser implume se transforma en un águila celeste que surca el firmamento estrellado.
Durante el reinado del emperador Claudio, un supuesto Fénix fue capturado en Egipto y trasladado a Roma, donde éste mandó exponerlo. Nadie se lo tomó en serio.
En la mitología china, el Fenghuang, aunque no tiene similitudes con el Fénix, ha sido denominado el «Fénix chino» por algunos occidentales, siendo una criatura con cuello de serpiente, el cuerpo de un pez y la parte trasera de tortuga. Simboliza la unión del yin y el yang.

PEGASO


En la mitología griega Pegaso (en griego Πήγασος) era un caballo alado. Pegaso nació de la sangre derramada por Medusa cuando Perseo le cortó la cabeza. Suele representarse en blanco o negro y tiene dos alas que le permiten volar. Una característica de su vuelo es que cuando lo realiza, mueve las patas como si en realidad estuviera corriendo por el aire.
Según las fuentes clásicas, Perseo no llegó a volar montado a Pegaso, puesto que lo hacía gracias a unas sandalias aladas, sin embargo, muchos artistas renacentistas lo representaron volando en este caballo.
Pegaso aparece relacionado fundamentalmente con el héroe Belerofonte, quien a lomos del équido alado logró dar muerte a la Quimera, una bestia de múltiples cabezas (entre ellas una de león y otra de cabra) que asolaba los territorios de Licia. Gracias a este corcel Belerofonte pudo obtener igualmente una victoria sobre las amazonas. Belerofonte encarna el "defecto" de la "excesiva" ambición. Cuando por fin consigue montar a Pegaso, no contento con esto le obliga a llevarlo al Olimpo para convertirse en un dios, pero Zeus, molesto por su osadía, envía a un insignificante mosquito que pica el lomo de Pegaso y precipita al vacío a Belerofonte sin matarlo, quedando lisiado y condenado a vagar apartado del resto del mundo toda su vida recordando su gloria pasada.
La leyenda de Pegaso puede haber influido la formación de la figura del buraq en la tradición islámica. Es uno de los equinos más célebres de la literatura junto con Rocinante (caballo de Don Quijote de la Mancha), Babieca (el de El Cid), Bucéfalo (el de Alejandro Magno) y el caballo de Troya, entre otros.